El pasado fin de semana se celebró en El Escorial la segunda Edición de la Montaña Solidaria, carrera incluida en el circuito Races Trail Running y en la que se podían elegir 2 distancias 20km o 42km.
Hoy nos trae la crónica de su primer maratón de montaña Ruth Sanchez Escuadra a quien conoceremos mejor en breve y nos contará el porque se engancho a esto de correr.
De momento aquí sus sensaciones en esta carrera.
«Aún con los cuádriceps cargados, me siento muy orgullosa de mi último reto conseguido. Entre los propósitos a conseguir quedaba pendiente un maratón de montaña y El Escorial me brindó la oportunidad de estrenarme en esta distancia en este entorno privilegiado.
Llegaba asustada por la falta de entrenamiento; últimamente las lesiones no me están permitiendo tener confianza en mis posibilidades. De cualquier manera, tenía muchas ganas de intentarlo y probar hasta qué punto era capaz de superarme.
La carrera comenzó con muchísima expectación. Me asombró la cantidad de personas invidentes que iban a participar. Siempre he admirado su fuerza de superación cuando he coincidido con ellas en circunstancias como estas y a los voluntarios que hacen de sus ojos sin decaer un instante.
Los primeros kilómetros se presentaron con una subida continua que hizo que los participantes formáramos una larga serpiente coloreada. Al salir juntos los que participábamos en la maratón y en la media, la afluencia de personas era mayor, pero no impedía el paso y podías seguir con tu ritmo fijado. La gente iba animada, muchas caras conocidas de otras pruebas. El total de corredores no era desbordante y se podía marchar cómodamente. Los avituallamientos muy organizados y abundantes, con voluntarios que animaban y se preocupaban por cómo te encontrabas.
Pasado el primer cuarto de la carrera, quedando ya los pocos participantes que nos atrevimos a enfrentarnos al maratón, la montaña me mostró todo su esplendor. Mi querido amigo, el astro sol, no quiso hacerme demasiada compañía y dejó un día gris entre niebla y oscuras nubes que daban un romántico aspecto al grandioso decorado en el que me movía.
A partir de ese instante pase a correr prácticamente sola y a disfrutar enormemente del entorno privilegiado en el que me encontraba. Los tonos ocres y marrones, típicos de la época del año en la que estamos, se mezclaban con el manto verde de la hierba mojada y los imponentes pinos. El camino empezó a hacerse más llevadero. Gracias a la buena señalización de todo el recorrido, no importaba la distancia que hubiera entre nosotros porque no existía peligro de confusión alguna. A parte, hay que añadir que en muchos puntos del camino había bastantes voluntarios que indicaban el sendero a seguir. Hubo varias bajadas algo técnicas, en las que había que controlar las pisadas porque era fácil irte al suelo; la tierra estaba muy suelta y la pendiente era pronunciada. Las subidas fueron bajando en intensidad según pasaban los kilómetros, lo que agradecieron mis piernas. Creo que el recorrido era perfecto para iniciarse en esta modalidad.
Mirar hacia atrás mientras asciendes y empaparte de los cálidos colores otoñales, disfrutar de una pequeña parada y respirar ese aire que está dedicado exclusivamente a ti, deleitarte con las formas y tamaños de esa vegetación. El sábado me encontré inmersa en esa quietud, en ese silencio que te permite que le acompañes unos cuantos kilómetros. Los encuentros entre los participantes en estas carreras se hacen más cercanos, más familiares, y permiten romper tu mutismo para conversar con tranquilidad mientras se producen los relevos. Disfruto descendiendo la montaña, ganando velocidad en las piernas y en la cabeza. Fueron cinco largas horas de continua admiración a todo lo que sucedía a mi alrededor.
La llegada a meta, con la entrada en el pueblo y esos últimos kilómetros de bajada acercándome al monasterio, elevó mis pulsaciones y disfruté de ella muchísimo mientras ganaba fuerzas para cruzar la línea final. Y así acabé, animada por los presentes que allí se encontraban. Un detalle el que grabaran nuestras medallas con nuestros nombres y el tiempo empleado. Ninguna queja, una experiencia llena de buenos recuerdos que espero volver a repetir en otra edición.»
Gracias a Ruth por su crónica y hacernos sentir por un momento parte del encanto que tiene el correr en la montaña, mucha suerte para tu próximo reto en Valencia.
Hay que decir que la carrera contó con un invitado de lujo como fue Luis Alberto Hernando corredor de Adidas y que se proclamo ganador de la carrera de 42km a pesar de arrastrar una pequeña lesión.
Al final Luis Alberto dejo el récord en 3:25:34 seguido de Antonio Andrés 3:32:24 y en tercer lugar Javier Tabernero 3:32:33
En categoría femenina la campeona del maratón ha sido la corredora del club GR10, Mercedes Pila (3:59:33). Seguida de María Jesús Algarra (4:42:11) y Eva Vidal (4:46:13)
En la carrera de 20km las mujeres ganadoras han sido Rebeca Ávila con un tiempo de 1:48:27, seguida de Ana Ibáñez con 1:49:59 y en tercer lugar Cristina Ordoñez con 1:51:12
En hombres y ganadores absolutos en 20km David de Andrés con 1:29:07 seguido de Pepe Muñoz con 1:31:14 y en tercer lugar Carlos Jareño (1:33:38)
Ya solo queda una prueba para cerrar el circuito Races Trail Running, esta vez en La Vall D’Uixó en Castellón el próximo 17 de noviembre