El pasado sábado se celebraba la Montaña Solidaria ultima prueba del circuito Races Trail Running con dos distancias a elegir los 42km del maratón o 20km para quien no quisiera darse tanta caña.
Con un día de sol espectacular después de una semanita de no parar de llover por estos lares, se preveía un gran día para correr en la montaña.
Aquí os dejamos la crónica de nuestra compañera Isabel que empezó el día sin muchas ganas y lo termino con una gran alegría.
«Aún no hemos salido de Madrid, y un control policial nos indica que debemos parar. Por la ventanilla un agente se asoma y echa un rapidísimo vistazo con la linterna. “Vais a correr, ¿no?”. Nos quedamos pasmados. ¿Por qué a correr? ¿Por qué no a hacer senderismo, o a escalar? ¿Cómo narices lo sabe? «Es por el buff del GTP», me dice Javier.
«Mírate, mira la camiseta, las mallas, todo». Nos reímos. De todos modos, este tipo corre, fijo que sí.
Dejamos atrás la ciudad, y con la frente apoyada en la ventanilla, voy viendo amanecer a la misma velocidad con la que nos acercamos a San Lorenzo de El Escorial. No he logrado un fin de semana de descanso desde antes del mes de agosto, reflexiono.
Intercambio algunos mensajes con Memphis Madrid, que me espera en la entrega de dorsales. Me nota perezosa y me pregunta si me apetece correr… Miento un poquito, le digo que sí.
Los demás coches callejean buscando sitio. Damos alguna vuelta, y finalmente logramos aparcar. Estamos frente al imponente monasterio, con el arco de salida y las carpas con los dorsales bien cerquita. El ambiente es estupendo, la temperatura perfecta, y el cielo está completamente despejado.
“Mañana sábado estaré de DJ en Races Trail Running en El Escorial. No sonará Carros de Fuego, ni We are the Champions, ni música pachanguera… solo Rock del bueno”, había prometido David Plaza, de Runners, en su Facebook. Y así es. Vaya si es.
Me reúno con Memphis Madrid y recojo el dorsal. Hacemos algunas fotos, charlamos animadamente, me subo al podio jugando a ganar, y nos echamos unas buenas risas. Poco a poco me voy entonando.
En lo que espero que den la salida, recuerdo mi tiempo del año pasado, 2:45 h. Se me ocurre, que si no paro en los avituallamientos (llevo bidón y 20 km no son tantos), y si no hago muchas fotos, y si me esmero en las subidas… podría recortar hasta un cuarto de hora. Es mucho recorte, pero no imposible. Sí, creo que puedo hacerlo. Sí, lo haré.
No recuerdo ni una sola salida sin esa ilusión por correr un poco más deprisa, por arañar tiempo, por lograr mi meta particular.
No recuerdo una salida sin pensar en mis padres, porque la agitación lleva a la emoción. No recuerdo una salida sin esa carga de adrenalina que te quita el sueño, la pereza, el cansancio, y te enfila hacia la meta irremediablemente.
Al principio trotamos todos juntos, en un inmenso pelotón popular de perfil variopinto. Unos más equipados que otros, con forma más atlética, o menos, o nula. Unos charlando, otros en silencio. Muchos más chicos que chicas. Pero todos juntos.
Cruzamos un riachuelo, y saludo a Juanito que está con la cámara haciendo fotos para la organización. No me reconoce, pero me devuelve el saludo de todos modos. A partir de ahí, todo es subida, más o menos sostenida, con algunos tramos en los que se puede correr.
Por megafonía nos advirtieron que algunos intervalos estrechos crearían algún pequeño tapón, pidiéndonos paciencia. Cuando nada pilla por sorpresa y te lo han advertido antes, se asume como parte del recorrido sin mayor problema. Al fin y al cabo, no estamos en una pista de atletismo, sino en un entorno natural, y hay que respetar los senderos ya hechos, aunque no siempre sean anchos y cómodos.
La mayoría guardamos el orden de llegada al embudo, pero algunos tratan de adelantar posiciones. Los que esperamos turno debatimos sobre la falta de educación, o quizás tan solo de conocimiento. “Ni que fuera una carrera”, bromea alguien. Y es ahí, medio parados, donde identificas a conocidos, los saludas, les preguntas por el verano, pegas algún trago… para finalmente volver a correr, alcanzando en ocasiones a los que se han colado con ese mal estilo.
Pronto pasamos el primer avituallamiento, moderadamente alejado del recorrido, no entiendo bien por qué, y según lo previsto lo paso de largo.
Me siento cómoda, y me entretengo en revisar los consejos que me ha dado Gema Quiroga en el Camp Trail Run By Kia: “corre con dignidad, con buena postura, con el pecho por delante. Relaja los tobillos, que los pies se adapten al terreno sin esfuerzo y de forma natural. Enséñale las suelas al de atrás, haz el juego completo, continuado. Cadencia, adquiere cadencia”.
En esas estoy, tan concentrada en mi correr, cuando abandono el frondoso camino sin darme ni cuenta, para llegar a un paisaje abierto e infinito, donde montones de corredores se hacen fotos y admiran las vistas. Sonrío. Una pareja me pide que le haga una foto… Nunca seré rápida en montaña, determino. 😉
Retomo mi trote, saludando al pico Abantos a su paso, y por fin llaneo durante un buen rato a trote vivo, que se agradece tras la subida, y lo disfruto mucho.
Trato de esforzarme en la bajada. No puede ser que siempre termine sola en la mitad de la carrera, viendo cómo me adelantan montones de corredores. Y vuelvo a concentrarme: “si quieres bajar más despacio, ¿qué haces? Echas atrás los hombros ligeramente. Ellos pueden regular la velocidad con menos esfuerzo”. También recuerdo los consejos de Javier: “mira corto y largo. Lo que tienes en la inmediata zancada, y en todas las posteriores. Así sabrás cómo y dónde vas a pisar, pudiendo ir más deprisa”.
Perdemos altura volviendo al bosque por terreno blando y apiñado (con piñas, jeje), donde más de un ciclista se aparta y anima con el tradicional: “ánimo, que ya está hecho”.
Aunque se va notando el cansancio, sigo cómoda y contenta. Voy mirando el reloj, y estoy segura de ir notablemente mejor que el año pasado. Caray, no contaba con una jornada así.
Lástima que los últimos kilómetros se hagan tan radicalmente diferentes al resto de la carrera, donde el trayecto transcurre por carretera de suelo roto, con voluntarios pidiendo precaución por el tráfico de vehículos.
Con ruidosos golpes de talón, humo de algún coche, y estupendos chalecitos de fin de semana, que sin querer voy eligiendo como si fuese una tienda de casitas, llego al fin a San Lorenzo de El Escorial.
Diez minutos antes que el año pasado, atravieso la meta contenta, con el recibimiento de Ana y de Javier, con las palmadas de quienes han compartido los últimos kilómetros conmigo, y con el saludo de una voluntaria que me pone la medalla, indicándome que si quiero la pueden grabar con mi nombre y tiempo de carrera.
Y ahora sí, me paro en el surtido avituallamiento, donde como, bebo a gusto, y recojo mi bolsa con la camiseta del evento (de algodón, que ya se echa un poco de menos entre tanta técnica).
En mi opinión, es una carrera muy recomendable para quien quiera un entorno natural y bonito, pero sin complicaciones técnicas ni tiempos de cierre pillados. Dos distancias: 20 y 42 km, para cubrir todos los gustos. Bien señalizada, y con buena organización en general. Ambiente distendido y popular. Para mí, perfecta como guinda de la temporada»
Fotos de la organización: https://www.flickr.com/photos/rtr2014
Fotos de Memphismadrid en Kataverno.com
Enhorabuena Isabel, para no venir con ganas no esta mal, te ha faltado decir que hiciste podio como 3ª veterana con lo que la guinda a la temporada fue mejor si cabe. A descansar y recuperar aunque me temo que mucho no lo harás.