Hoy os traemos la crónica de Barbara de su paso por el Campeonato del Mundo de Rogaining en Finlandia, una buena manera de conocer otro deporte y porque no, animarnos a practicarlo.
«Me comprometí con Ana a redactar un breve comentario de nuestra aventura en el país de los mil lagos y como lo prometido se tiene que cumplir ahora os soltaré la parrafada. Así que ya sabéis, para cualquier queja os debéis dirigir a Memphis Madrid; la culpa es suya por animarme 😉
El 22 de Agosto se celebraron los Campeonatos del Mundo de Rogaining en Finlandia. Pero vamos por partes. ¿Qué es un Rogaining? Es un deporte de resistencia donde si no sabes utilizar un mapa y una brújula estás perdido (aquí la palabra perdido tiene también un sentido literal).
A diferencia de las carreras de orientación clásicas, se compite por equipos de dos a cinco personas. En el mapa vienen marcados los puntos de control donde están las balizas y cada equipo planifica la estrategia para recoger la mayor cantidad de puntos posibles en un límite de tiempo. Este tiempo varía desde las 2 horas de algunos rogaines populares hasta las 24 horas de carreras más duras.
La competición se celebró al noroeste de Finlandia, en la Laponia Finlandesa, en una zona que se llama Saarikenkä a 200 km al norte del Círculo Polar Ártico. El equipo en este caso estaba compuesto por tres personas: Marta Planas, Raquel Font y “menda lerenda”. Esta vez no pudo venir Georgina Arnó, que es mi mitad, mi GPS con patas y mi ángel de la guarda. Normalmente hacemos combinaciones dependiendo de quién puede participar en la prueba. Y si podemos las cuatro, formamos dos equipos, convirtiéndonos automáticamente en rivales, también llamadas “eneamigas”.
No es la primera vez que nos enfrentamos a un Mundial o a un Europeo, pero aun así los nervios previos a la carrera son inevitables. En mi caso, como soy bastante poco previsora (desastre con patas), nunca sé que voy a llevar en la mochila hasta el último momento. “ahora meto los manguitos; ahora los saco porque no creo que haga frío; Raquel los lleva, por algo será; cachis en la mar no me entran en la puñetera mochila, otra vez fuera…”.
Y casi sin darnos cuenta estamos preparando el recorrido en la zona de competición. El mapa te lo dan mucho antes para que puedas planificar la ruta. Decidimos la estrategia teniendo en cuenta varios factores: nuestra condición física; el paso por el oasis del “rogainero” llamado hash, donde puedes acudir siempre que quieras a hidratarte, comer o descansar; el tipo de terreno dependiendo de la hora de paso (por la noche es mucho más difícil orientarse en zonas técnicas y cuesta identificar los puntos de referencia); el desnivel; la distancia entre balizas; la puntuación de cada baliza… Vamos, que nos pasamos un buen rato planificando el rogaine.
En la línea de salida no puedes evitar fijarte en el resto de los competidores y en este caso el sentido común no tranquiliza lo más mínimo, más bien te termina de poner nerviosa, porque si están aquí es que son buenos; seguro que los puñeteros son muy buenos.
Durante la carrera da tiempo a todo, risas, caídas , parada a comer bocata, encontrar cuernos de reno, cargar con ellos durante horas hasta llegar al hash, pasar calor, atravesar ríos contentas, pasar frío, atravesar ríos muy poco contentas, intentar tocar renos, ponerte morada a arándanos …Y todo esto mientras vas como una loca recogiendo balizas. ¡Vamos si da tiempo a hacer cosas! Son 24 horas que cunden un montón y a la vez se te pasan volando. Cuando llegas a la meta tienes la sensación de llevar mucho tiempo pululando por la montaña.
Estar con las amigotas es genial y hacer deporte da muy buen rollo pero juntar las dos cosas es la bomba. Así que ya lo sabéis, formad un equipillo y a probar que merece la pena.
Nos vemos en el bosque»
Bárbara Martínez Roa