María Petit, deportista y corredora invidente, correrá este año en la MCC del UTMB, dentro del programa de inclusión que la organización lanza para visibilizar el deporte adaptado.
Pero esta historia va mucho más allá. Es la historia de una chica que perdió la vista a los 17 años y tras mucho trabajo de adaptación a su nueva situación, decidió que el deporte formaría parte de su vida
Os dejamos lo mejor de una estupenda charla que tuvimos con Maria, durante estos dias de ola de calor, que esperamos os anime a calzaros las zapatillas y salir a correr.
Yo era rebelde. Me gustaba la fiesta. Nunca pensé que acabaría en la montaña
Siempre se me dio bien el deporte, pero en la adolescencia estaba a otra cosa. Era muy rebelde, muy fiestera, la verdad. Hacía gimnasia, baloncesto, pero nada serio. Hasta que a los 17, un martes 13 de julio de 2010, tuve un accidente y me quedé ciega.
Lo que vino después no fue inmediato ni lineal. Hospital, UCI, muchas fases. Un intento de adaptarse desde lo que se esperaba: compitió en atletismo, fue a europeos. Pero un día, paró.
No sabía si lo hacía por mí o por los demás. Me había metido en esa rueda de ‘sí, puedo, mírame’, pero yo no estaba bien. Lo dejé todo, me fui al yoga, me puse a respirar, a pensar, a vivir.
La montaña me descubrió que podía hacer más de lo que pensaba
En 2017 empezó a hacer montaña con amigos. Cosas pequeñas, sin pretensiones. Pero algo se activó.
Pensaba que no podía. Que por ser ciega eso no era para mí. Pero lo probé, y me gustó. Sentí algo muy especial. Y ya no paré.
Su primera carrera fue con Sergi, (uno de sus actuales guías que estará con ella en UTMB). A los pocos meses, ya estaba corriendo pruebas técnicas por su pueblo.
Me di cuenta de que no era solo correr. Era conectar con la naturaleza, estar en paz, tener más estímulos, vivir diferente.
El desafío invisible: correr ciega por montaña
La gente me pregunta cómo lo hago. No lo sé. Me sale. Es natural. Corro con el oído, el instinto, el cuerpo entero.
María corre con barra direccional junto a dos guías. No cualquiera. Personas con las que entrena, en las que confía. La sincronización es total. Y también el esfuerzo.
Entrenar es lo más difícil. Encontrar dos personas que te acompañen, que no solo estén el día de la carrera, que entrenen contigo… Es un reto logístico brutal.
Un señor que me encontré por la calle. Resulta que había corrido las 100 millas. Ahora entreno con él. Hay mucha buena gente. Solo hay que dejarse encontrar.
No corro para demostrar nada
María es crítica con el discurso heroico de la discapacidad. No le gusta la idea de ser ejemplo. No quiere ser influencer ni inspiración forzada.
Corro porque me hace feliz. No para demostrar. Tengo la suerte de tener red, trabajo, recursos. No todo el mundo lo tiene. Hay que tener cuidado con los mensajes que lanzamos.
Sabe que hay muchos caminos que podría haber tomado tras el accidente. Y que eligió el que la conecta con su energía y su verdad.
Me siento orgullosa del camino. Porque lo elegí yo. Porque hago lo que quiero. Y lo disfruto.
MCC de UTMB: menos técnica, más disfrute
Este año correrá la MCC del UTMB junto a Elisa Mas y Sergi Cruells. No ha sido fácil. Lesiones, falta de entrenos, dudas.
Ha sido un año difícil. Muy difícil. Pero lo tiramos para adelante. Con ganas. Con gente que quiero. Y con mucha ilusión.
Eligieron la MCC porque es menos técnica. María ya ha corrido muchas carreras muy exigentes y buscaba algo diferente.
La técnica cansa mucho, físicamente y mentalmente. Necesitaba algo que me retara, pero que también pudiera disfrutar.
Cuando eres ciega, no sabes cómo es un sitio hasta que estás allí. No puedes ver fotos, ni vídeos. Tienes que tocarlo. Sentirlo. Vivirlo.
Correr sin ver, sintiendo más
Yo no sé si soy ejemplo de nada. Solo sé que hago lo que me gusta. Y eso es lo que me mueve.
María habla de confianza, de fluir con quien corre. De elegir bien con quién comparte la bajada, la subida, el silencio. De saber cómo canalizar su energía.
Podría estar en el sofá, podría haber tomado otro camino. Pero elegí este. El deporte, la montaña, la gente. Y creo que lo hice bien.
Y ahora, Chamonix
María no va a Chamonix para demostrar nada. Va para vivirlo. Para seguir moviéndose. Para seguir siendo ella.
Y tal vez, sin quererlo, para recordar que la montaña está también para quienes no la ven, pero la sienten como nadie.
No necesito ver el camino para saber que estoy donde quiero estar.
Si quieres saber mas del programa Team Adaptive, aqui tienes toda la info
Muchas gracias Maria por tu tiempo, por tu manera de elegir vivir y sobre todo por esa energía arrolladora que traspasa allá donde vas.
Fotos: Instagram Maria Petit