Los 101 kilómetros de Ronda, son una carrera diferente, principalmente por quien la organiza, La Legión, si no la has corrido no lo entenderás, Nuestra compañera Begoña Beristain, nos cuenta su paso este año por ella y como lo ha vivido.
«Recuerdo el día en el que conseguí mi pase para correr los 101 Kms de Ronda. Era sábado, me tocaba trabajar y a las diez de la mañana se abría el plazo de inscripción.
Hacerse con un dorsal se convirtió en el objetivo del día. Hubo que implicar a la familia y amigos para lograrlo. Todos con los dedos colocados sobre el ratón y el teclado del ordenador para hacerse con el tesoro. Y lo conseguimos.
Corría entonces el año 2019 y la prueba se celebraría en mayo de 2020. Pero no fue así. Lo que sucedió ese año y el siguiente lo sabemos de sobra.
Dos años esperando para colocarnos en una línea de salida que te pone los pelos de punta. Y eso que este año no hemos escuchado a los y las corredoras cantar «el novio de la muerte». Lo eché de menos pero al parecer lo entonaron antes de la salida de ciclistas y los y las corredoras tuvimos que conformarnos con los vivas.
Desde que conseguimos el dorsal hasta el 14 de mayo de 2022 han pasado muchas cosas, pero en ningún momento perdimos de vista nuestro objetivo de convertirnos en Cientouneras. Hablo en plural porque formamos el equipo «Cabras Vizcainas/Bizkaiko Ahuntzak» para competir.
Cuatro mujeres, Tania, Susana y yo desde Bilbao, Paz y un hombre, Julio desde Sevilla.Empezamos a preparar la prueba en el mes de agosto, poco más o menos.
Corrimos la media maratón de Getafe y la de Donosti como preparación, además de la maratón de Bilbao.
Hicimos nuestros habituales entrenamientos y varias tiradas de entre 40 y 50 kms. A mí me han salido casi 1.900 kms en estos meses. Una burrada de kms.
Ponerse delante de una carrera como los 101 de Ronda hay que hacerlo con mucho respeto. Es una prueba que exige mucho sacrificio, disciplina, constancia y esfuerzo si quieres llegar a la meta con solvencia. Más si participas como equipo. El compromiso que adquieres te obliga a remar con el resto para que todas lleguen, más o menos, en la misma forma y evitar roces que pueden condicionar la participación en la carrera.
«Espíritu de compañerismo’ reza el lema de la sudadera que este año hemos conseguido al cruzar la meta. Todas trabajando en la misma dirección.
Llega el gran día. Entras en el campo de fútbol de Ronda y te unes a las miles de personas que este año quieren alcanzar la meta. Hay nervios, algo de miedo y, sobre todo, mucho respeto. Hemos estado meses esperando este momento. Hora de ponerse en marcha. Arrancamos.
Los primeros kilómetros discurren por Ronda y según vamos atravesando su calle principal y entramos en la plaza de toros para hacer una especie de paseíllo se me viene a la cabeza el títular del artículo que voy a escribir para contar mi experiencia. 101 de Ronda, la Behobia andaluza. O Los 101, el día en que Ronda se convierte en Nueva York.
He vivido las tres carreras y si algo tienen en común es que el público que se agolpa en las aceras para ver pasar a los y las corredoras se vuelca de tal manera que te hacen sentir como parte de su familia. El corazón se te sale por la boca, es imposible borrar la sonrisa y las piernas cogen una alegría que a mí me duró hasta que crucé la meta.
Calor. ¡Qué calor! Especialmente en las horas centrales del día cuando el terreno árido y sin una pizca de sombra te obliga a caminar para economizar fuerzas. Esta es una carrera en la que la estrategia marca tu entrada en meta o tu retirada. Si en esos momentos te arriesgas a desfondarte por ir un poco más rápido, la armas. Más vale llegar un poco más tarde que no llegar.
Alcanzar Setenil de las Bodegas, km 50, es maravilloso. El pueblo, precioso. El público otra vez volcado.
Para algunos ese es el punto de cambio de ropa, descanso y avituallamiento fuerte. Nosotras preferimos hacerlo en el km 70, en el Cuartel. Llegamos con fuerzas e invertimos más de una hora en vestirnos para afrontar la noche y cenar en condiciones.
Caldo, ensalada de arroz, perrito caliente y un Donuts. Manjares a esas alturas de la carrera.
Tocaba ponerse el frontal y enfrentarse a los últimos 30 kms. Traileros, montañosos, pedregosos, lentos.
Es muy importante que si has corrido los 70 kms anteriores con zapatillas de asfalto, como fue mi caso, las cambies ahora por unas de trail que se agarren mejor al terreno.Y así, sin prisa y sin pausa, llegamos a la meta en 19 horas y 48 minutos.
No dejamos ningún avituallamiento sin visitar, sin pararse unos cuantos minutos y sin intercambiar algunas palabras con los y las legionarias, organizadores de la carrera.
Hay que agradecerles de corazón su trato, su implicación, su respeto e incluso que en puntos como el del km 87 nos invitasen a elegir música. Tania pidió «Qué el ritmo no pare». Dicho y hecho. Bailamos y nos reímos con una frase que nos taladraba la cabeza porque nuestra querida compañera no dejó de decirla en 101 kms. El ritmo no paró.
Por dar algunos datos contaros que del total de personas que tomamos la salida, 4273 marchadores individuales, 1375 equipos, 3237 MTB y 60 Ebike, 662 se retiraron sobre todo por traumas y síncopes. Total, que llegamos a la meta 6.740. La edad media de los y las participantes fue de 45 años. Y hay un dígito que debemos cambiar: sólo el 9% éramos mujeres. Tenemos un reto, chicas.
Aqui teneis un pequeño resumen de nuestra carrera
El caso es que somos cientouneras. Tenemos nuestra medalla y el pasaporte que lo acredita. ¿Qué si repetiré? Puede ser…