Hoy os contamos el paso de nuestra compi Claudia por las montañas de Oman, la carrera que esta incluida en el nuevo circuito del UTMB, unas montañas lejanas que sin duda le dejaran huella.
Mi viaje empezó el día 24 de Noviembre, cuando tomé el avión en el aeropuerto de Barcelona para poder participar en la Ultra de Omán. Me esperaba un largo viaje, una carrera totalmente distinta a las que estoy acostumbrada y un país desconocido. Llegamos en Omán, la madrugada del 25, cuatro días antes de la carrera para poder ver el terreno y acostumbrarme al cambio horario, aunque sólo son tres horas de diferencia.
De los días previos a la carrera estuve dos visitando Muscat, la capital. Pero eran tantas las ganas de ver cómo eran esas montañas desconocidas, que ya el segundo día fuimos con el todo terreno a investigar alguno de los rincones por donde pasaría la carrera. Todo el mundo, antes de irme, me preguntaba: “¿En Omán hay montañas?”. Os puedo asegurar que sí, hay enormes cañones de piedra por donde las omanís tienen caminos increíbles.
El día 28 ya lo teníamos todo a punto para la carrera. Fuimos a ver los últimos tramos del recorrido y fuimos al Briefing. Nada más empezar nos comunicaron que la asistencia, que inicialmente estaba tolerada en dos puntos (Km 82 y Km 116), queda reducida a un solo punto (km 82). Esto me hacía reorganizar toda la estrategia de carrera ya que tenía que gestionar de otra forma las cosas que debía llevar en la mochila. Quería decir llevar más peso. Fuimos al hotel a descansar y dormir todo lo que pudiera ya que me esperaba una larga y dura carrera de 137km y 7800+ que nos llevaría de Birmz al Mouz hasta Al Hamra.
El día 29, cuando desperté, vi que no era un día despejado. Había muchas nubes y temí que empezara a llover. Aquel terreno en mojado sería muy resbaladizo. Pero por suerte no fue así. La salida era a las 19:30. Esto quería decir que tenía que intentar descansar todo el día. Había comprobado que a partir de aquella hora ya no hacía tanto calor y que por encima de los 1800m hacía incluso frío.
A las 4 de la tarde comí lo programado con mi nutricionista y fuí hacia la salida. Al llegar había una multitud de omanís tocando música y se respiraba un ambiente de salida distinto al que hasta el momento había vivido. A falta de diez minutos los 500 corredores ya estábamos en el cajón de salida. Las autoridades omaníes se situaron en la zona vip para ver la salida. Y en ….3, 2, 1!!! empezó la carrera.
Los primeros 3km eran urbanos y la gente salió a la calle a vernos. Para ellos era una novedad. Aún así en los avituallamientos nos ayudaban en todo momento Era casi una atención personalizada y me hizo sentir más a gusto que nunca antes.
Salimos a un ritmo muy alto. Nada más dejar el asfalto nos esperaban 11km de pista de piedra suelta que nos dejaría los tobillos hechos trizas. Con el agravante de que si no los hacías corriendo no pasabas el primer corte horario.
En el km 13 encontramos el primer avituallamiento. La carrera continuaba por el lecho de un río donde tenías que buscar el mejor camino para avanzar. Por suerte aquí aún íbamos todos juntos. Los omanís que disputaban la carrera me superaban en tramos fáciles pero después se ponían a andar y no mantenían un ritmo constante.
Mis piernas estaban frías pero sabía que estarían en estado óptimo más adelante. Si no, tocaría tirar de mente. Era mi última carrera de la temporada y quería cerrarla con buen sabor de boca.
Km 21 segundo avituallamiento. Me esperaba una larga subida de 1100+ en 6km donde una mitad era pista y la otra era un sendero con algún tramo expuesto. Aquí se empezaba a ganar altura pero con poco frío al ser un valle cerrado. A mitad de la subida había otro avituallamiento, donde tomé agua, fruta y un vaso de Coca-cola que al parecer no me sentó muy bien. Salí del avituallamiento pensando que venía la parte más fuerte de esta subida, piedra suelta y camino estrecho. No te podías distraer en ningún momento porqué cuando menos te lo esperabas aparecía un barranco. Nada más hacer 200 metros vi varias personas paradas. No sabía qué les pasaba, pero lo entendí en seguida, estaban vomitando y nada más pasarlas yo también lo hice. Por suerte no me perjudicó a lo largo de la carrera. Esperé 30 minutos para volver a comer. Al final de la cuesta mi estómago estaba bien y mis piernas empezaban a funcionar. Me esperaba un tramo donde se podía correr, la carrera ya se había estirado y en algunos tramos apenas veía frontales delante de mi. Éste era un camino con piedras grandes sueltas pero muy dispersas y nada llano, o subías o bajabas.
Km 30 volvía a haber un avituallamiento de agua donde apenas paré ya que era de noche y el avituallamiento de comida se encontraba a tan solo cinco kilómetros y tenía agua suficiente porqué había salido con dos litros (llevaba dos solhflacks y un camelback de 1L). Sólo había tenido que rellenar los sohlflacks, así que llegaba holgadamente.
En el km 35 estaba mi asistencia. Me informó de que íbamos la 7, 8 y 9 clasificadas juntas. Todavía quedaba muchísima carrera por delante y no me quería poner presión sobre la clasificación. Comí lo necesario y salí. Durante los siguientes kilómetros el terreno era más rocoso y no tan bueno para correr. Yo iba a un ritmo cómodo con el que sentía que podía hacer toda la carrera. Seguí avanzando hasta que en km 48 superé la 5 chica. Fui un tramo con ella. No me había fijado en quien era, pero en un momento de conversación me dijo su nombre. No me lo podía creer! Estaba corriendo con la americana Meghan Hicks! Una atleta con un largo palmarés a sus espaldas. Seguí con ella hasta que me adelanté en la subida. Nos distanciamos pero no por mucho rato. Ella era más rápida que yo en los llanos, pero en las bajadas difíciles de piedra y en las subidas vi que yo podía ir por delante.
Llegué al km 52 donde vi a Elisabet Barnes con principio de hipotermia. Realmente hacía mucho frío. En aquel momento si hubiera tenido unos guantes no los hubiera desperdiciado. Me colocaba cuarta clasificada de la general femenina.
Al salir del avituallamiento sabía que afrontaba un tramo complicado y expuesto, según habían explicado en el briefing, pero no me había imaginado que fuera tan lento de hacer. En el km 52 iba casi 40 minutos por delante del timing que me haba marcado, pero no me preocupaba en absoluto porque las sensaciones eran buenas. Pasamos por unos barrancos muy expuestos, pero a pesar de la oscuridad de la noche, bastaba con seguir las indicaciones para continuar. Hasta que llegamos a una pista donde era imposible correr. Al llegar al km 62, si antes iba 40 minutos por delante del tiempo, ahora iba 10 minutos por detrás. Pasamos este punto con Meghan y el sol empezaba a salir. Eran casi las seis de la mañana, había pasado ya la primera noche donde el sueño había aparecido una sola vez y lo había sabido gestionar bien. Hasta el momento había tomado un gel y por entonces no daba ningún problema.
Era el momento de llegar con fuerzas a la Base de Vida. Hasta el km 78 era una zona propicia para correr y pensé que recuperaría los 10 minutos. En seguida vi que no. Empezó una larga y dura bajada hacia un río con poco caudal y cruzar el lecho subiendo enormes piedras. Para llegar a la innovación de esa carrera: la subida por una via ferrata. En este punto la organización había destinado personal experto que te facilitaba un arnés y un casco. Y en caso que no supieras como iba, te explicaban las normas básicas. Realmente era fácil, pero si llegabas con las piernas hechas trizas o con rampas lo podías pasar muy mal. Una vez arriba ya vi la Base de Vida. Estaba dentro del resort Alila y la asistencia estaba permitida.
Al llegar lo tenía todo a punto para cambiarme las zapatillas, comer y cargar la mochila de geles y comidas para poder llegar hasta la meta. Pero el tiempo se me había ido de las manos. Del km 78 al 82 me había retrasado casi una hora y media. Pero no sólo era yo. Vi que todos íbamos con la misma diferencia de tiempo. Meghan salió antes que yo de la Base de Vida, pero decidí comer bien ya que intuía que la carrera iba a ser más larga de lo previsto. Cuando salí eran las 10 de la mañana y el calor empezaba a ser fuerte. Afrontaba un tramo de sube y baja constante totalmente expuesto al sol y que te permitía correr un poco más. Sin embargo no quise correr mucho porque no estoy acostumbrada a correr en altas temperaturas y no quería correr riesgos en este sentido.
Al llegar al km 105 pensé que las horas más duras de calor ya habían pasado y que me quedaba una larga bajada por pista que días antes ya habíamos reconocido con el todoterreno, y después una severa subida de 3km que ganaban 1200+. Pero la verdad fue esa y un poco más.
Abordé la bajada de 11km, donde circulaban coches y dejaban una nube de polvo tras de si. Era incómodo pero inevitable. La vista no alcanzaba el fin de esta bajada. Fue larga a nivel psicológico, pero tenía claro que no podía bajar muy rápido porque me destrozaría los cuádriceps y todavía quedarían 30km de carrera con un gran desnivel.
Al final de esta bajada estaba la segunda Base de Vida, donde la asistencia no estaba permitida. Allí encontré a otro español que estaba corriendo, con el había hecho algunos kilómetros al principio de la carrera. Me pinché una ampolla de un dedo del pie debido al calor, comí, rellené bien todas las aguas y empecé la larga subida. Al poco de empezar cayó la noche.
Había visto de lejos el tramo con luz de día y parecía no haber camino. Realmente camino poco, con zonas muy expuestas donde los bastones no servían para nada. Tenía miedo de quedarme sin agua durante esta larga subida, iba bebiendo poco a poco, pero el desgaste del cuerpo me pedía beber más. Fue un punto de la carrera donde no veía a nadie más. Por suerte llegue al avituallamiento aún con un litro de agua.
Sabía que tan solo faltaban 800+ y 20km. Los abordé con muchas ganas pero al final fueron eternos, Tenía un avituallamiento en 6km y creía que sería rápido llegar. Pero NO. No dejaba de subir y bajar cañones y llegué a un punto en que me desorienté. Era de noche, no veía nada a mi alrededor y tenía la sensación de dar vueltas a un mismo sitio, (al terminar vi que en realidad sí que iba y venía pero por una cordillera paralela). Este tramo también me retrasó. La desorientación de aquel camino interminable y donde no se podía correr era infernal.
Al ver el avituallamiento me vi a salvo. Pregunté si lo que quedaba de carrera era igual o era corrible. Me respondieron que era como una “calle” pero aquello no tenía nada ni de calle ni de corrible. Para hacer 5km hasta el otro avituallamiento tarde una hora. Llamé a mi asistencia, que estaba en el km 135 y me comentó que aún no había pasado ni la tercera ni la cuarta clasificadas (Meghan). Esto me tranquilizó porque vi que no era la única que no podía correr.
Sentía desesperación porque las ganas de llegar eran máximas. Estaba apunto de completar la Oman by Utmb y sólo me quedaba bajar y vigilar los tobillos. Pasé el avituallamiento y me encontré a unos franceses que me aconsejaron que no desesperara porque quedaban 3km sin poder correr mucho.
En el km 133 vi una chica, era Meghan, la volvía a tener delante y lo que tenía que hacer er apretar los dientes y dar todo lo que me quedaba. La pasé en una bajada complicada y en el tramo llano corrí sin parar hasta al final. Pasé el avituallamiento 135, donde me dijeron que sólo me faltaban 2km para llegar. Pensé que con la agua que llevaba no hacía falta perder tiempo, no paré y seguí bajando hasta el pueblo de Al Hamra.
Cuando ya veía la llegada, nos hicieron subir otra vez, cruzar todo el pueblo por la montaña y entrar por el otro lado. Fue un golpe duro psicológicamente pero las ganas de llegar eran tantas que no paré de correr. Miré el reloj, marcaba 138km pero me daba igual. Ahora sí, tomé la última bajada y en nada estuve en el asfalto, donde estaba mi asistencia para decirme que en 500m la carrera era mía. Entré en el recinto de llegada, con una cuarta posición femenina 18 de la general y primera de mi categoría.
Lo había conseguido. La carrera más larga, dura y calurosa que he hecho hasta el momento.