Hoy os traemos la crónica del que posiblemente sea el maratón de montaña mas importante de los Estados Unidos, Pikes Peak de la mano de Emily Schmitz, corredora americana que lleva mas de 10años viviendo en Colombia y que será una de las colaboradoras que nos traerá carreras del otro lado del charco para ponernos los dientes largos y quien sabe si alguna de nuestras lectoras de aquí se anime a correr allá. Bienvenida Emily!!
«El 17 de Agosto marcó la 63a edición del maratón de Pikes Peak (el llamado Montaña de América), la cuarta y penúltima carrera de la Golden Trail Series, y la única por fuera de Europa. Esta icónica carrera estadounidense fue el primer maratón que permitía la participación de atletas femeninas, incluso mucho más antes de que Katherine Switzer, conocida por ser la primera mujer de participar en el maratón de Boston en el año 1967, resultando en un histórico espectáculo cuando oficiales intentaron retirarla por la fuerza.
A diferencia de un maratón tradicional, e incluso la mayoría de las carreras de trail, Pikes Peak es una prueba que lleva a los corredores a una altura de 14.115 pies (4.302 metros) sobre el nivel del mar y vuelve a bajar por el mismo sendero compartiendo la ruta. Esta 63ª edición resalta varios aspectos: fue parte de la primera edición de la Golden Trail Series, fue la primera vez en 37 años que se rompió el récord femenino de la prueba (por la atleta Megan Kimmel), y fue mi primera vez corriendo en una carrera de trail en estados unidos.
Como parte de la Golden Trail Series, y la única carrera del circuito realizada en los Estados Unidos, el maratón de Pikes Peak pronto se convirtió en un objetivo esencial de mi calendario de carreras 2018. Nombrada como la más alto de la serie, me apunté con entusiasmo, sin comprender el significado de los 4.302 metros de altura en la cumbre de esta carrera. A pesar de la elevación, me dijeron que Pikes Peak es una carrera rápida, con senderos arreglados y poco técnicos, resultando en trochas corribles y con un descenso bastante rápido.
Después de casi una década de vivir en Colombia, Pikes Peak fue mi primera carrera de trail en mi país natal. Las carreras de trail son tan diversas como los paisajes que las conforman, y después de correr casi exclusivamente en Sudamérica, tenía ganas de conocer el llamado “viejo oeste” de los estados unidos, que solo el paisaje y la psique estadounidenses pueden evocar.
A diferencia de los llanos de mi tierra natal, las cordilleras de Colorado se alzan de la tierra al cielo extendiéndose por millas, formando catorce picos que llegan arriba de los catorce mil pies (4,267 metros de altura), lo que los locales dicen los “catorce catorces”. Incluso después de una década viviendo en la cordillera de los Andes colombianos, sigo sintiendo infinita fascinación por las montañas, y Colorado no es una excepción. Con picos montañosos que ascienden aparentemente de la nada a llegar a picos perfectamente formadas, las montañas de Colorado parece salir de un libro para niños.
Al llegar a Colorado Springs tres días antes de la carrera, me dirigí inmediatamente a la cima de Pikes para sentir y respirar los catorce catorces a 14.515 pies de altura (4424m). La carretera para llegar al pico es sinuoso y empinado, y una vez que pasa la línea de árboles justo por encima de 12,000 pies, (3.657m) se vuelve desolado y estéril, emitiendo la sensación de conducir entre las nubes. En términos técnicos, la inclinación de Pikes Peak tiene una calificación promedio de 11% y a pesar de la belleza del terreno, ya estaba comenzando a ponerme cada vez más nerviosa por lo que me esperaba el día de la carrera.
Al llegar a la cima de Pikes sentí la presión de la altura; un deseo inexplicable de cerrar los ojos y acostarme a dormir unos pocos minutos, ganas de comer, y la sensación que el mundo se me estaba girando cada vez más lenta. Por experiencia corriendo en altura, yo sé que la falta de oxígeno el día de la carrera es un factor multidimensional, causando confusión, piernas pesadas y lentas, y la sensación de estar debajo al agua corriendo en cámara lenta. Yo intentaba imaginar que se sintiera llegando a la cima en los 4,302 metros de altura.
La noche anterior a la carrera realicé con una precisión exacta mi ritual pre carrera, consumiendo cantidades excesivas de hidratante y agua, comiendo frutas y carbohidratos hasta que no me cabía más, y pasando horas y horas con mis pies elevado encima del corazón sobre la pared. El día antes de una carrera es lo más difícil; las horas empieza a arrastrarse lentamente y la ansiedad se extiende a la eternidad, lo único que puedo hacer es tratar de dejar que estas sensaciones me pasen. Dicen que la clave es descansar lo suficiente para llegar al punto en donde las ganas de correr te consumen el día de la competencia.
El día del maratón mis nervios se reflejaban en pasos obsesivos, revisando el pronóstico del tiempo al menos unas docenas de veces, a 14.000 pies (4267m) de altura los cambios del clima no solo son rápidos sino drásticos), revisando mis cordones de zapatos dos y tres veces en manera obsesiva, y debatiendo entre llevar el camelback o irme libre de peso. Al final, decidí llevar camelback, chaqueta impermeable, un par de geles y una botella pequeña con Coca-Cola, lo cual planeaba tomar al pasar la línea de árboles a los 12.000 pies (3.657m), donde estimaba era el punto esencial de tomar calorías.
La carrera arrancó con el himno de estados unidos (la montaña de América) y un mensaje de agradecimiento por parte del alcalde quien declaró a Colorado la mejor región para correr trail. Saliendo del punto de partida, nos llevó a una breve subida en asfalto hasta que se juntó con un camino arenoso que delineaba el río Ruxton.
Ya podía sentir mi cuerpo luchando contra el ligero cambio de altura, a pesar de un ritmo conservador. Traté de recordar que me quedaban 21 kilómetros antes de llegar a la mitad del camino en la cima y luego volver a bajar. Una carrera como Pikes implica un poco de estrategia y pensamiento, para que cuando llegas a la cima aún te quedes con el suficiente poder en las piernas para descender con velocidad.
Mi respiración comenzó a bajar a medida que avanzaba la carrera, adaptándose a un ritmo constante. El grupo inicial de corredores se hizo cada vez más pequeña y me encontré a veces sola a lo largo del camino, y otras veces en compañía de otros corredores solitarios. Finalmente el grueso recubrimiento de pinos comenzó a diluirse, señalando que finalmente habíamos llegado a la línea de árboles. A partir de este momento, el abundante bosque comenzó a abrir, revelando un suelo de escombro rocoso y arena roja. El camino zigzagueaba a manera que subía la ladera de la montaña y por primera vez, desde donde yo estaba parada, la cima de la montaña se me apareció. Mucho más adelante, como figuras minúsculas, el primer grupo estaba llegando al pico de Pikes.
Aunque yo sabía que la cima me quedaba cerca, la altura comenzó a jugar con mi mente, alargando cada minuto a la medida que acercaba el pico. Unos pocos minutos después llegué a la cima, y tomaba una pausa breve para captar el panorama. Finalmente, fue momento de bajar.
Lo bonito del descenso de Pikes Peak es que es increíblemente corrible, con un pendiente que permite velocidad y agilidad, y con pocos aspectos técnicos. Sin embargo, este rápido descenso no está totalmente libre de rocas, incluso raíces gruesas de árboles que adornan el camino. Mientras que la mayoría del camino se convierte en una serpiente que nos sorprende con cambios abruptos de dirección. De todas las carreras de trail que he corrido, Pikes Peak es la primera que me dejó con puntos de sutura; me caí dos veces en el sendero, ambas veces levantándome con cuidado y luchando contra el dolor que sentía, resistiendo las ganas de revisar mis rodillas.
Pasé la meta de con un tiempo final de 4 horas 44 minutos terminando la 4a mujer. Pikes es un maratón icónico, representativo de las montañas de América, un fragmento del viejo oeste que todavía queda de los tiempos olvidados.
ENHORABUENA CAMPEONA qué bonita crónica
Qué chulo!! buen fichaje ; ) y enhorabuena!!
Gracias Patri 😘