El pasado fin de semana se celebraba la Genaro Trail, segunda parada del circuito Five Stations Trail de ArelgoSports, que año a año se va consolidando en Madrid y ampliando el numero de carreras.
Nuestra compi Ana Triviño nos cuenta su relación con «El Genaro» que comienza unos años antes de esta carrera 😉
«Todo comenzó hace 3 años, un 13 de Abril de 2013 con mi grupo de montañeros entrañables y culpables de “Anator” (King Pepín, Ac y superVic).
Un madrugón deseado y llegada a El Berrueco a las 6am. para ver amanecer sobre la cumbre del cerro de San Román camino a Patones llegar a desayunar …
Os adelanto que no fue posible y nos salimos de la ruta, en realidad, nos falló nuestro amigo porteador de GPS (por echarle la culpa de nuestra pérdida, que no quede 😉 y nos aventuramos, mapa en mente, a recorrer la senda de nuestro amigo GENARO que transcurre por el GR, si se transita debidamente… pero a pesar de las carreras sin dorsal ni entrenamientos, no encontramos a GENARO
Así se llegamos a Patones, con unos cuantos kms. extras empleados en subir al Cancho de la Cabeza (cumbre de la ruta), siempre con buen humor
Resultado: compi abandona en el pueblo del Atazar y los demás continuamos, avituallándonos merecidamente en Robledillo y llegando al anochecer a El Berrueco, completando los más de 60 Kms. que nos salieron en busca de GENARO, que resultó un tío difícil al principio pero muy majo cuando le llegas a conocer…
Por tanto, yo tenía que volver en busca del SUSODICHO, corriendo, para sufrir menos (tiempo) que en aquella ocasión jejejejejeje.
Sin dudarlo, elegí la mejor ocasión para hacerlo en el GENARO TRAIL que organizaba Arelgo Sport, el pasado sábado 2 de Abril 2016.
De nuevo en busca del representativo monigote azul, que vive a los alrededores del mayor Embalse de la Comunidad de Madrid, El Atazar.
Esta vez con mis compis de trails y amigos, Eve y Dani que hacían 10 y 34, respectivamente. A mí me tocó la larga en el sorteo 😉
Día térmicamente propicio, y es que los de Arelgo Sports lo organizan todo muy bien para que disfrutemos con lo que más nos gusta y son expertos en esto (soleado y temperaturas mín. 2 y máx 15º). Nada menos que 3 distancias: 10, 34 (tuvieron que aumentarla por motivos ambientales, antes eran 27) y 49 Kms. con sus desniveles correspondientes, muy corribles las 3 y competitivas.
Hasta el avituallamiento del km. 11 había que calentar motores, para poder hacer esta respetable distancia, reservando fuerzas y llegar a meta erguida, como dice nuestro sabio amigo Galloway 😉
Hubiera seguido vagueando de no ser porque los maravillosos (SIEMPRE LO SON!!!) VOLUNTARIOS, nos advirtieron de que probablemente éramos los últimos (un buen grupo nos paramos a hidratarnos y contemplar el bonito paisaje), y que debíamos llevar a los “escobas” detrás, y fue entonces cuando decidí incrementar la intensidad y cambiar el ritmo. Me pegué a un grupo de lo más cordial, jugando a relevos, lo cual me ayudó bastante a soportar y olvidarme del dolor de plantas de los pies que se hizo irresistible durante todo el descenso hasta el Río Lozoya. Al llegar al famoso “puente de piedras”, había un embudo por el paso de unos ciclistas y senderistas, que saltaban con precaución de piedra a piedra, lo cuál nos da tiempo para sacar unas fotos de recuerdo.
La subida al Atazar se hace rápida y entretenida porque atraviesas un recorrido único, silencioso, entre los olores que desprenden las jaras y tomillo, que te agrandan los pulmones mientras respiras y tanta falta te hace el aire. En el pueblo nos espera el 2º avituallamiento, donde los VOLUNTARIOS cargan con agua bien fría proveniente de la fuente (son lo más!!!).
Continúa un largo descenso y la subida a la famosa antena de Matachines en lo alto de la pista, donde nos espera “CANO-FOTO” pacientemente, y le sonreímos y saludamos al pasar.
Descenso rápido a Robledillo pasando a dos corredores de la de 34Kms. que se lo han tomado muy tranquilos, y parada para saludar a mi amigo Dani, que ya había terminado y estaba esperando el autocar que le llevaría, junto a los otros corredores de la media, a El Berrueco.
Tras hidratarme bien y comer algo dulce, tocaba disfrutar de las reservas que me dejé para este momento, para corretear el recorrido que me faltaba hasta la meta. Éste se hace fácil porque es bastante llano, se trata de una pista de tierra y grava propiedad del Canal de Isabel II, con unas atractivas vistas del Embalse, donde te das cuenta de todos los kilómetros que llevan tus piernas a esta altura de la carrera, y piensas que ahora ya nada te puede parar.
En la plaza de El Berrueco, donde se encuentra la deseada meta, mis queridos amigos me esperan para comernos los huevos que nos harán falta para la próxima 😉