En la pasada Transgrancanaria, estando en la meta esperando a que llegasen las primeras chicas de la carrera de 125 kilómetros, se vivio un momento muy emotivo sobre todo para Yolanda Fernandez que estaba allí esperando a su amiga Lola quien cumplía su sueño de cruzar esta meta tras unos meses especialmente complicados, pero mejor os dejamos la increíble historia de Lola Bezper de su propio puño y letra.
«¿Cómo contar algo que siempre le pasa a los demás..? Esa enfermedad que, en pleno siglo XXI, se sigue llevando vidas a diario. Pues sí, me toco a mi, a mi que soy un insignificante grano de arena de este mundo. Dudas, miedo, y mucha incertidumbre al principio, pero ahora que mañana entro en quirófano me siento como el día de antes de una carrera, mi primer Ultra Trail, «EL ULTRA DE LA VIDA». Sabes como comienzas… nunca como acabará. Habrá bajones, llantos, caídas, risas, alegrías, adelantaré a gente que dejaré atrás para siempre y me engancharé con uñas y dientes a las personas que quieren hacer la carrera conmigo, caeré en el camino y se que siempre habrá una mano para ayudarme a levantar. Es una larga carrera y no me toca llegar a Meta aún, lo se!! Así que este ultra lo afronto con coraje, fuerza, y unas ganas tremendas de seguir corriendo y regalando sonrisas a desconocidos por el camino».
«Empiezo esta crónica con el mensaje que mandé a mis grupos y colgué en mi Facebook, porque creo que es la mejor manera de contar mi historia y cómo acabé corriendo en el Maratón Transgrancanaria.
No soy una corredora de élite, ni de las que hacen pódium en cada carrera. De hecho los que tengo, como digo yo, han caído por descarte, sin embargo tengo una frase y es: Si corres, no importa que rápido o lento eres, tú eres corredor. Así que me siento corredora, de las que saca tiempo a diario entrenar, de las que van en ropa de deporte a todos sitios, y de las que hacer cada carrera no significa ganar nada que el mundo pueda ver, sólo mi satisfacción personal. Me siento feliz de poder correr y sonreír al desconocido que me cruzo en cada carrera.
¿Cómo llegué a la Transgrancanaria? Es muy largo, pero intentaré que se quede en crónica y no se convierta en libro. El día que me dijeron que tenía cáncer, que me tenía que operar urgentemente pues estaba bastante extendido, mi respuesta no fue llorar, o hacer un drama, ni mucho menos, les dije a los dos médicos que me miraban con pena y pocas esperanzas: “Hay dos opciones, o me opero después del maratón, o tiene que ser ya para poder estar recuperada.”
Sí, eso conteste allí sola, sentada frente a ellos. Ahora me pregunto que pensarían, si estaba loca o si realmente no conocía la magnitud de mi enfermedad. La carrera era DesafiOSOmiedo, no había entrado en lista cuando me apunté, me llamaron porque quedaban plazas y, aún sabiendo mi enfermedad, les dije que sí. Cuando llegué a mi casa, después de decirme que iban a repetir alguna prueba ya que parecía que el tumor era peor de lo que esperaban, ¡saqué los vuelos! me aferraba a las carreras, a poder seguir viviendo. Esa es mi manera de vivir, de ser feliz, el correr por la montaña, no me lo podéis quitar, ahora no.
Todo era peor de lo que se esperaba, en principio no me operaban por el gran tamaño del tumor y la gravedad que supondría tal operación, así que me darían quimio para reducirlo y después harían la intervención. Sin embargo, el día que el oncólogo me conoció para comenzar el tratamiento de quimio, al ver mis ganas de luchar, sin pensarlo dos veces, apostó por mi y decidieron operarme.
La operación fue bien, no voy a distraer con detalles. Aún cuando acabaron y me dijeron que en los resultados de lo extirpado había metástasis pensaba: “¿Me dará tiempo estar aunque sea para ir a ver la carrera?” No la correría, pero animar a la gente que participa es otra de mis aficiones.
A las dos semanas de ser operada, permanecía con fiebre y dolores abdominales, por lo que visité urgencias varias veces, aunque siempre me respondían que no tenía nada, que la operación había ido bien. Hasta que al fin, en una de las visitas, se dieron cuenta que tenía un acceso de 7cm.
Después de estar una semana ingresada, se dieron cuenta que el motivo por el que permanecía enferma era porque me habían fisurado la parte que une el colon con la vagina durante la operación, pero no se percataron gracias a estudios realizados o reconocimientos, sino porque reventó solo.
Ahora sí que me vine abajo, ya no había posibilidad de nada, me tenían que volver a intervenir, podía morir si las heces llegaban a los órganos. Me negué, dije que no entraría en quirófano, que me dieran la oportunidad de esperar a que se cerrara por él mismo. En el equipo de cirujanos unos sí eran partidarios, otros no, pero me dieron la oportunidad. Permanecí un mes alimentándome por vena, no podía ni probar el agua, realmente ahora sí que tenía que hacer un ultra de larga distancia y de autosuficiencia. Pues bien, en ese estado, con cables por todos lados, donde sólo podía mover prácticamente los dedos, salieron las inscripciones de la Transgrancanaria. ¡Uff! Esa carrera la tenía en mente para el 2016, pero aún me quedaba saber si saldría de esta, si me volverían a operar, si después con suerte empezaría la quimioterapia y radioterapia, a lo que se uniría la braquiterapia. Pensé, estamos en agosto, para septiembre quería estar fuera del hospital, en octubre empezaría con el tratamiento, para enero me pongo entrenar y el 5 de marzo me planto en la salida, ¡Sin problema!
No saqué la inscripción sólo, también el vuelo y el alojamiento, ¡vamos a ver si me vengo arriba, me vengo del todo! Decidí no contárselo a nadie esta vez, tan solo a una amiga que es corredora y me entendería, además a otra amiga a la que le daría una alegría cuando le dijera que me iba con ella a la carrera, pero para eso tenía que salir de aquél hospital que me consumía.
Todo lo que pasó es muy largo y doloroso, la quimioterapia no me dio tregua, perdí toda mi masa muscular, no podía ni levantarme sola, me desmayaba de la cama al baño… Se que los médicos pensaban que no superaría la fisura, de hecho es uno de los motivos más comunes de muerte después de las operaciones, se que no pensaban que superaría la quimio con las complicaciones que llevaba encima, pero todo pasó y cumplí mis plazos.
Tengo algo que escribí un día de los que no te puedes mover y quisiera compartirlo, quien me lea y haya pasado por algo similar me entenderá y quien no, comprenderá un poco mejor lo que se siente:
«Esto es lo único que me queda, después de pasarte meses, días y horas contemplando cómo vas apagándote por esta maldita enfermedad: el escribir y poder contarlo. Hoy es un día de los que mi cuerpo no responde, que desde que te despiertas estás mal, que no tienes fuerzas ni para levantarme ¿Y qué haces? Pues lo intentas, una vez más, apoyándote en los amigos, queriendo aparentar que estás bien, pero todo te cansa.
Estoy cansada de encontrarme mal, de no tener nada que contar que no sea la enfermedad, de observar cómo desde hace meses las personas que me quieren, cuando me miran brillan sus ojos, cómo los que no me conocen me miran como cuando ves un perro abandonado. Y cuando ves esas miradas de las personas que te quieren, me digo: no puedes fallarles Lola, porque en ese brillo y esa lágrima que está aguantando va toda su confianza en ti, en pensar que si alguien puede superar esto, eres tú, así que no puedes fallarles».
Me encanta la frase de bruce Lee : si piensas que la vida te tratará bien por ser buena persona, es como esperar encontrar un tigre de frente y que sea vegetariano. Así que si me tocó a mi, correr este ultra de la vida como lo llamo, es porque tengo la capacidad suficiente para hacerlo. Nunca haría una carrera para la que no estuviera preparada.
Llegó el día que mi cuerpo se levantó de la cama, ya podía andar. Sería para finales de diciembre, andaba y me ponía malísima, un día 10´, otro 20´, así poco a poco. A las dos semanas decidí empezar a trotar, llegaron los desmayos y mareos, lloraba de pensar que nunca correría como antes, pero me repetía una y otra vez: “Lola tienes que estar el día 5 de marzo en la salida, esto lo tienes que sufrir para llegar”.
Me puse un objetivo, una meta, no me importó que me dijeran que empezara a correr a los seis meses, ni que nadie hace una maratón en dos meses, no hice caso a lo que me decían y es más, antes de la maratón corrí tres carreras, dos de 10km, acompañadas una con mi hermano en Aranjuez a la semana de haber terminado el tratamiento y otra con una de mis mejores amigas en Cártama, y ni corta ni perezosa me planté en la que dicen la carrera más alta de España, Vilaflor para hacer una media maratón la semana antes de la Transgrancanaria.
Llegó el día, iba con mi amiga, la que siempre hace pódium y a la que se le llenaron de lágrimas los ojos cuando le dije que iba con ella a Canarias.
Ella no pudo correr por encontrarse lesionada, pero cuando me levanté se había ido para ver a otros amigos que corrían la distancia más larga y me había dejado una nota, en la que me decía que ella tenia claro que yo llegaría a meta y que ella estaría esperándome allí. También me dejó un pequeño rímel de pestañas, de los que no se quitan cuando lloras, porque sabía que iba a haber muchas lágrimas. Cogí el rímel, no sin antes echarme, claro está, y me lo guardé en un pequeño bolsillo de mi faldita y me dije “Lola, este se lo vas a devolver en meta”.
Cuando estaba en la línea de salida llegó Yolanda, que así se llama, ya no pude aguantar más, me eché a llorar y me abracé a ella diciéndole: “Llevo tu rímel y correré con él, espérame en la meta que allí te lo devolveré.” Si os dais cuenta, nos aferramos a pequeñas cosas de la vida, porque realmente no hace falta más que querer hacer algo para lograr hacerlo.
En la carrera, salí que me las pelaba, como decimos en Andalucía, hasta que llegó la subida que ya me puso en mi sitio. Dije tranquila que quedan muchos kilómetros, así que guardé y guardé en la bajada que se me dan medianamente bien. Llegué al primer pueblo Tunte (km.12,5), donde la gente te espera para animar a los corredores, allí ni paré avituallarme ya que llevaba la mochila llena desde la salida “apretada que es una”.
Comienza otra subida, me veía muy bien, nada cansada, mi cuerpo al que yo no paraba de repetirle que me acompañara toda la carrera, lo estaba haciendo. Cuando comencé la bajada hasta Ayagaures me encontraba mejor, había asimilado bien los kilómetros, allí en el km. 24,6, que pasas otro control no paraba de acordarme de mi hija Tatyana que estaría siguiéndome y viendo mi track de carrera haber si llegaba a los puntos, de su cara de alegría cuando viera mi nombre al cruzarlos, allí si paré avituallarme y empecé mi carrera, había que llegar, comencé una subida y me di cuenta que estaba adelantando gente, pero cual es mi sorpresa que empieza la bajada y no paro de adelantar más gente, me encuentro bien, mis piernas responden y mi cuerpo no me dice para, sino adelante que esto lo terminamos.
¡No todo va a ser así! A 10km de meta me visitó el tío del mazo como solemos decir, pero ese conmigo ya sabe que la tiene cruda, iba por el cauce de un río que sólo puedes mirar tus pies para no pisar mal, ya que todo son piedras y más piedras, pero tenía un as en la manga, mi club, mis Suricatos Trail Málaga, esos que durante toda mi enfermedad me han cuidado día a día, esos que se turnaban mis 5 horas de quimio para que yo nunca estuviera sola, los que nunca dudaron que volvería a correr, saqué mi móvil sin dejar de trotar porque ya tenía otro nuevo objetivo (bajar de 6 horas), y abrí el Whatsapp, busqué nuestro grupo y les mandé un mensaje de voz, no se como no me caí jajaja, dije esto: “Estoy hecha una mierda, por un río lleno de piedras, pero bueno, la verdad que sólo tenía ganas de coger el teléfono porque me acuerdo mucho de ustedes, jajaja creo que esto es mal de alturas, jajaja, estoy muy sentimental y Rum (un compañero del equipo) tú no eres el único que llora, que voy intentar bajar de 6 horas y sino pos petaré o llegaré arrastrando, os quiero leche!).
Dejé el móvil con sonido y ya escuchaba cómo sonaba, corría por inercia, no tenia fuerzas pero aún así mis piernas no paraban, a 3 km de meta me saqué el rímel que tenía guardado, lo cogí en mi mano apretándolo fuertemente y diciéndome dame la fuerza para llegar, mientras mi mente veía la imagen del arco de llegada y a Yolanda esperándome allí, me puse música para no escuchar nada que me hiciera flaquear ni a nadie que me adelantara, eso me daba igual, y ocurrió algo que no me esperaba, cuando vi el arco de lejos que iba subiendo la carretera una vez sales del río, comenzó a sonar “we are the champions” de Queen, ¡ni preparándolo sale así! Doblé hacía la carretera que te lleva al arco de llegada comenzando a llorar, no podía contenerme, estaba llegando a meta y allí enganchada a una valla me gritaba Yolanda, solo decía ¡Lola, Lola, Lola! Mis piernas flaqueaban, por un momento pensé que me desmayaba, pero le enseñe el rímel que llevaba apretado en la mano mientras no dejaba de llorar, y doblé esa curva que te lleva al arco del final de mi Maratón de la vida, allí si caí en sus brazos y me derrumbé llorando, no me lo creía, lo había conseguido, solo le decía entre sollozos “he terminado, he terminado, he llegado”. Ese día terminaban para mi muchas cosas, un sin fin de lucha, dolor y sufrimiento, ¡Lo conseguí!
Con esta crónica de cómo he vivido la Transgrancanaria, espero poner mi grano de arena para las personas que están pasando momentos difíciles, ya sea por enfermedad u otros motivos.
Esto no queda aquí, seguiré corriendo y regalando sonrisas».
Muchas Gracias Lola, por compartir una experiencia como esta, por afrontar la enfermedad con esa energía y sobre todo por mirar siempre hacia delante, Gracias!!!!
Pingback: Crónica Ultra Cerdanya por Lola Bezper- Avernotrail
Pingback: Disfrutando de la Traveserina de Picos de Europa- Avernotrail
Ayyyyyy qué pechá de llorar me acabo de pegar!!!! Y sin rímmel de ese!!!!!! Me ha eeeeencaaaaantaaaaaadoooo leerte. Muchos besos malagueños, preciosa.
Eres un ejemplo a seguir, muy emotivo, no cambies
Un ejemplo a seguir, bravo! Enhorabuena y a seguir luchando!!! Muchas felicidades! 🙂
No te conozco, y ya creo en ti, toda la vida es un reto, cuanta más dura es más nos gusta, cuanto más empinada es la cuesta más nos gusta, cuando ves el abismo desde las alturas más ganas de bajar, cuanta más adrenalina más y más y más nos gusta, espero saber de ti pronto, en otra carrera, en otra meta y si puedo te estrecharé la mano y me pondré a tu servicio, como liebre como porteador, aguador, o lo que necesites…..un abrazo muy fuerte
Simplemente espectacular, menuda crónica, con diferencia la mejor que he leído.
maravillosa historia, y Lola infinitamente más! GRACIAS, gracias por tan valioso ejemplo de lucha, superación y ganas de VIVIR.
Realmente inspiradora te felicito sigue adelante.
Impresionante. Tienes toda mi admiración. Espero que nos crucemos algún día en alguna carrera y poder regalarte yo también una sonrisa ?
Lola, paisana, yo también soy de Málaga y estuve en la meta de la Trans cuando llegaste y «Depa» hizo que todos nos emocionaramos cuando contó tu historia y ahora que he leido tu crónica, aún más. Sólo puedo decirte que Felicidades, que eres una Campeona de la Vida y gracias por demostrarnos que «si se quiere, se puede». Un abrazo.
Bonita historia, Lola !!
Eres toda una campeona, mucha suerte, nos vemos en la montaña.
Gracias Lola, nos veremos en muchas…!
Beso
Impresionante!!! Espero verte en alguna de las carreras de Málaga para simplemente darte un abrazo, GRACIAS POR COMPARTIR TU FUERZA!!!
Muy emotivo y, motivador para much@s.